sábado, 8 de octubre de 2011

FELICIDAD... ¿EXISTES PARA ALGUIEN?





Te ocultas entre las ropas de mi viejo armario que resopla cansado de cargar con las perchas.
Te ocultas en olores intensos, en canciones, en recuerdos, en penas, en pecados, en dudas, en versos, ilusiones y en instantes dormidos en el tiempo.
Sé que, brevemente, existes y esperas tu momento para sorprenderme, pero me estoy cansando.
El escondite cansa y a ciertas edades algunos juegos están prohibidos porque agotan.
Los rotos se amontonan, el aire se reduce en el espacio en que habito... y respirar me ahoga como si todo se precipitara hacia una explosión inevitable cual pompa de jabón.
Me duele la enfermedad de la envidia en la edad madura, cargando un equipaje de sueños cada viernes en la falsa esperanza de recibir proyectos para el fin de semana que no suenen a muro de las lamentaciones.
Felicidad ¡¡responde!! ¿por qué me has olvidado? ¿No ves que no quiero usar las cremas antiedad de la desesperanza?
En las tardes te llamo en cada puerta, te busco en cada esquina, le pido cobijo a la luna para observar desde la altura silenciosa si te veo pasar, porque sé, lo presiento, que irás disfrazada de mendiga.

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