Se deja de ser joven cuando se comprende que no manifestar un dolor es matar el tiempo que aún nos queda. Por ello yo lo manifiesto (ya no soy joven).Continuamente expreso mi dolor al viento y, con ello, no me resigno a estrangular la juventud que aún tengo.
Mis días “laborables” se suceden implacablemente, por ello, cuando llega el festivo quiero apurar el vaso de su encanto.
No quiero sábados ni domingos grises que me aplastan el alma, cargados de monotonía.
Quiero luces, paseos y cruzarme con gentes que sonrían a la lluvia… como lo hacen los gorriones en mi patio cada día: libres, felices y ligeros de equipaje.
No quiero hundirme como esos barcos “tocados” en las guerras.
Aun espero mucho y salgo a recibir la vida a la puerta de mi casa, aunque manos invisibles, a veces, pretendan que odie la que, un día al parirme mi madre, quiso regalarme.
No dejo nada atrás porque no olvido nada; esa es mi fortuna.
Mi pasado, mi presente y mi futuro van siempre conmigo tomados de la mano pues no quiero perderlos. Ante su pérdida podría olvidarlos y no pretendo eso; no quiero repetir errores que me han dañado el alma.
Ya no llevo el balance del amor acumulado. No me apetece pararme para mirar el saldo. No sé cuanto tengo en mi haber, ni qué intereses debo.
Se me agolpan las cifras de entregas, de deseos y también de naufragios frecuentes, a los que, sorprendentemente, sigo sobreviviendo…
Eso sí, la tabla salvadora, la que flota y a la que poder asirme, la tengo siempre a mano. Espero que de tanta humedad no termine pudriéndose. ¿De qué me serviría una ilusión podrida?
Me parece que te he entendido. He leído y releído tu poesía, como siempre. Se advierte en ella tu interés por conservar la juventud, no te resignas a perderla, aunque no seas joven. Te agarras a la vida, a una vida alegre, dinámica, buscando en ella su luz y su frescura. Tienes tus dudas, te estremeces, las previenes. Alicia, sigue viviendo...
ResponderEliminarUn abrazo
Con intensidad...siempre...en cada momento.
ResponderEliminar¡Gracias amigo!