(Ficción y realidad del aldeano avaro y mentiroso).
El tiempo recorre los silencios de bocas que han pactado sus mentiras.
Ahora la verdad y la mentira se alejan fatigadas, defendiéndose una entre desdenes, la otra en rencores patéticos.
La inquietud cansada de avaricias y contando los días inútiles, que van agonizando, se acerca a las casas implicadas, vinculadas únicamente por cuestiones de sangre.
Encuentra durezas familiares, pies cansados que arrastran decepciones y labios sin arrepentimientos, expectantes, midiendo cada frase para no delatarse.
Familiares ficticios; metidos en la cama de los sueños ajenos; condenados a ser víctimas de sus propios fantasmas.
Aldeanos codiciosos degustando miserias en su mundo mezquino; olvidando que hay besos ocultos en la tarde y que el único plazo que se firma entre sábanas son sueños previsibles que no cuestan dinero.
Miserias posadas en árboles cuajados de moneda legal… mientras siguen mendigando en el tiempo.
Lugareños avaros anidando en cipreses, donde el nido será su propia sepultura.
Perdona Alicia, es intemperie y no interperie
ResponderEliminarTienes razón. Mi despiste y las prisas. Debe uno de repasar de vez en cuando lo escrito y yo no me paro.
ResponderEliminarGracias, muchas gracias.
Le pasa a cualquiera, a mí el primero.
ResponderEliminarCordial saludo. Jesús