Me hubiese gustado
que la huída del deseo
hubiese sido
por saturación de besos y caricias.
Pero no fue así.
La memoria traspasó, en su ausencia,
el límite de los sueños.
Anidó en los brazos del olvido
y marchó muy lejos...
desapareciendo para siempre
entre los recuerdos muertos,
dejando los días transcurridos
vacíos de caricias en espera,
que nunca serán recuperables.
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