domingo, 13 de diciembre de 2009

Tiempo.

Y entonces guardé el poema que me diste entre las páginas de un libro.
Transcurrió el tiempo y con él: el olvido.
Un día lo encontré entre sus hojas… el color apagado, sus letras mortecinas, extinguiéndose.
Lloré.
Lloré por la lejanía de mi juventud; por mi risa adormecida, empaquetada aún, con lazos románticos, en cajas que abro de tarde en tarde y por mis pensamientos, continuos viajeros en el aire del anochecer (para no ser descubiertos).
Y lloré por ese amor primero y por aquel poema que brotó de tu corazón.

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