Son las dos de la noche.
He acudido a tu cita insomnio
como una adolescente enamorada.
Al romper el papel de futuro
que envuelve tu regalo,
aparece el tiempo ante mis ojos.
¡¡Oh!!... Carrera veloz para atraparlo.
Después de cumplidos los cincuenta,
¿por qué todos piensan que no estamos?,
¿que el tic-tac del corazón se hace más lento
y en el ocaso escasean enamorados?
Se acumulan los platos, los lavados;
el por qué me dijiste y no te dije;
la hipoteca, el coche, los naufragios…
Y la pena, dormida en lo profundo,
la despiertas, mi fiel enamorado.
Y contigo, insomnio, traes la pluma
que emborrona las líneas en segundos;
la virginal blancura de los folios,
en donde plasmo mis sueños más profundos.
No te vayas, vigilia, que aún no es tarde.
Esta lucha constante se reitera.
Y tendré que dormir, quiera o no quiera,
antes que el alba a mi puerta llame.
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