martes, 15 de julio de 2014

Un traje de tristeza.


Ya le tengo tomada medida a mi tristeza.

Quiero confeccionarme un traje.

Mi tristeza la mido con la palma de mis manos y siempre faltan manos.

Y esas manos, las mías, amarran bolsas de basura, giran llaves, sirven comida, llenan vasos, escriben te quieros borrando cicatrices que tengo como madre y adelgazan con un cúter este olvido implacable y cotidiano.

Y al apagar, la luz de la mesilla, cada noche, esperan con ilusión no tener ningún traje de tristeza que ponerme al levantarme.

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